Tornado en Madrid
Miquel Gayà
El día 12 de mayo de 1886 se produjeron numerosas tormentas sobre la Península Ibérica. Muchas de ellas se manifestaron con violencia. Sin embargo, la que se inició en el municipio de Carabanchel Alto (entonces municipio independiente) fue, sin duda, la más trágica de todas. La tormenta generó un tornado que causó numerosas víctimas mortales y heridos, y cuantiosos daños materiales.
Fig 0. Ilustración del tornado
INTRODUCCIÓN
No es la zona central de la Península una región extremadamente propensa a tener tornados (Gayà, 2005). Pero no era el primer tornado que había acontecido y desde entonces se han producido más. A pesar de ello, los tornados siguen siendo considerados como ajenos a nuestra geografía y suelen ir, cuando se producen, de adjetivos u otros modificadores semánticos (mini, pequeño, semejante a... etc.) para diferenciarlos de los verdaderos, los Norteamericanos.
La prensa relata los hechos bajo la visión que la sociedad tiene en el momento. En ocasiones, algunas narraciones resultan marcadas por el grupo político que edita el periódico y, en otras, el propio periodista introduce su particular realidad y la exporta como común. En momentos de crisis, muchos desastres meteorológicos se consideraron como castigos divinos. El tornado de Madrid de 1886 es visto por la prensa en la forma que la propia sociedad se veía a sí misma, asumiendo la desgracia donde era corriente asumirla y lamentándola en los temas que remarcan las desgracias de la Patria.
La palabra tornado no aparece en el diccionario de la Real Academia de la Lengua hasta 1884 (comunicación personal) con el significado de huracán en el Golfo de Guinea a pesar de que fuera usada con anterioridad. Es muy común ver la etimología de tornado por deformación de la palabra castellana tronada. Sin embargo el término tornado tuvo un recorrido español-portugués-americano más azaroso, como señala Kenworthy (2000). En cambio, la palabra ciclón, que fue propuesta por el marino inglés Henry Piddington (1797-1858), tuvo un gran éxito rápidamente, sustituyendo a huracán (palabra también importada) cuando se deseaba expresar la violencia del viento y perdiendo, en no pocas ocasiones, su original significado y la extensión y duración del fenómeno atmosférico que se deseaba referir.
RECORRIDO Y FUERZA DEL TORNADO
El tornado tuvo un recorrido de SW a NE y afectó los municipios de Carabanchel Alto y Bajo y Madrid (figura 1). La mayor parte de las narraciones comentan los desastres causados por el tornado, tanto en los bienes materiales como en las personas. El número de personas afectadas fue grande y los hospitales se colapsaron. El número de fallecidos varia según la versión y el momento en que fue escrita. El número más probable lo da la Junta de Socorros de Madrid (1886), pero no incluye las personas fallecidas fuera de su término municipal. Las personas que perdieron la vida debieron ser 47. La mayor parte de los fallecidos lo fueron por colapso de las estructuras en las que se refugiaron: casas o muros. Algunas fallecieron al sufrir sobre ellos la caída de árboles, o el vuelco de carruajes.
Por tanto, la senda es más un recorrido por las ubicaciones de estos bienes y de las personas que la que realmente tuvo lugar. No se comenta el paso del tornado por los páramos, únicamente se especifican los lugares donde existen edificaciones o bosques o jardines afectados, o los lugares en los caminos si en éstos afectó a carretas o personas que en ellos se encontraban.
La forma como están descritos los daños y los grabados realizados para publicarse en la prensa diaria o semanal ha permitido asignar las coordenadas de unos 200 puntos con los valores estimados según la escala de Fujita (1981). Los lugares descritos que no pueden ubicarse en la actualidad con una aproximación inferior a los 100 metros no se han tenido en cuenta. Así, unas 200 localizaciones disponen de información cualitativa. Con todo ello, la magnitud estimada del tornado fue F3. Esta magnitud se manifestó en unos manchones relativamente pequeños insertos en una amplia zona de magnitud F2. La zona de F1 del tornado tendría una anchura máxima de un kilómetro pero estaría en contacto con otras zonas F1 generadas por la fuerte descendencia (reventón convectivo) que se produjo. Otros reventones debieron alterar y ondular la trayectoria del tornado, mucho más que el rozamiento de la ciudad (como advierten algunas crónicas).
Algunas referencias periodísticas y otros documentos indican la presencia de vientos fuertes en torno a Villaviciosa de Odón, hacia el Oeste o Suroeste de Madrid, y hacia Guadalajara. También en Aranjuez se produjeron daños por viento. Sin embargo, la información disponible no permite unir todos estos puntos bajo la acción de un mismo fenómeno, sino, en todo caso, bajo una misma tormenta.
El tornado, probablemente, debió tocar tierra algo antes de llegar a Carabanchel Alto y siguió por Carabanchel Bajo hasta la ribera del Manzanares. Afectó el núcleo urbano de un modo muy importante porque, entre otros, El Correo del 13 (entre otros) dice: "Son contadísimas las casas que no han sufrido desperfectos de consideracion."
En la imagen de la Ilustración Católica del día 25 (figura 2) se observa la nube en rollo más que propiamente un tornado (o como dice el pie original "Formación y marcha de un ciclón") y lo ubica precisamente sobre Carabanchel, viéndose Madrid al fondo.
Fig. 2. Grabado de la Ilustración Católica del 25 de mayo en el que se muestra la "Formación y marcha de un ciclón"
En la finca de Vista Alegre del arruinado, y entonces recientemente fallecido (en 1883), empresario Marqués de Salamanca, afectó notablemente en el jardín y en las edificaciones (figura 3) que, al estar ya abandonadas, ya no recuperarían su uso anterior. La bella finca que fuera anteriormente un lugar de recreo de la Reina Isabel II, se convirtió en 1888 en Colegio de Huérfanos de la Unión (Palacio Viejo) y en 1889 en Asilo de Inválidos del Trabajo (Palacio Nuevo). No fue el tornado lo que determinara este cambio de uso, pero sí que parece probable que lo acelerara.
Fig. 3. El palacio de Vistalegre y sus jardines vistos por La Ilustración Española y Americana del 22 de mayo de 1886.
Fig. 4. El palacio de Vistalegre visto por Las Ocurrencias de 16 de mayo de 1886.
La Colonia "El Porvenir del Artesano" también fue notablemente afectada. Este nuevo asentamiento entre Carabanchel y Madrid se había iniciado escasos años antes y sus construcciones eran sencillas y relativamente sólidas. Las imágenes de La Ilustración, Revista Hipanoamericana (figuras 5 y 6), presentan los destrozos en las edificaciones. A pesar de la espectacularidad de los daños, otros elementos existentes resistieron el embate del viento, entre otros los flexibles árboles jóvenes.
Fig. 5. La colonia de El Porvenir del Artesano visto por la Hormiga de Oro y, también, por La Ilustración Hispano-Americana del 30 de mayo de 1886
Fig. 6. Chalet de la colonia de El Porvenir del Artesano vista por La Ilustración Hispano-Americana del 30 de mayo de 1886
El Correo se asombra de que "un fenómeno rarísimo ocurrió en esta carretera, y que prueba la violencia del huracán. Uno de los tranvías, que conducía 14 personas, fue sacado de la via y volcado completamente, resultando los viajeros con contusiones. Un carro fue destrozado completamente, habiendo desaparecido las ruedas, sin saber dónde han ido a parar."
En las proximidades del Puente de Toledo, "El huracán sorprendió á cuatro vigilantes en las inmediaciones del fielato" (el Estandarte del 13), justo antes de que entrara en los entonces barrios humildes próximos al río Manzanares y hasta la Puerta de Toledo, donde existían fábricas y almacenes. El barrio de Peñuelas fue notablemente afectado y hubo numerosos siniestros con desgracias personales. En el Lavadero Imperial (era propiedad de Francisco Andrés Octavio, uno de los arquitectos que diseñó la Gran Vía de Madrid), que se había construido recientemente, hubo la mayor tragedia, puesto que la techumbre cedió sobre las personas que allí se encontraban, especialmente mujeres y niños.
Las imágenes que recogió la prensa son bien expresivas (figuras 7, 8 y 9). Y las consecuencias terribles. Sin embargo, la tipología constructiva que se muestra permite advertir que estas estructuras son relativamente fáciles de remover. Es decir, un pequeño desplazamiento de la techumbre (vigas de madera y cubiertas de teja machiembrada) es capaz de forzar su desmoronamiento en cadena.
Fig. 7. Grabado de La Ilustración Ibérica del 5 junio de 1886: El Lavadero Imperial
Fig. 8. El Lavadero Imperial visto por La Ilustración de España del 22 de mayo de 1886.
Fig. 9. El grabado de La Ilustración Católica del 22 de mayo muestra el dramatismo de la escena en El Lavadero Imperial.
Casi 20 años después, en 1905, la Ilustración Española y Americana del 30 de julio recordaba el ciclón de 1886, tras otro derrumbe por causa meteorológica, que [sic] "la experiencia ha demostrado que la anchura de las naves exige en las cubiertas de estos edificios, construidos á la ligera para que den con poco coste el rédito industrial, que se atienda principalmente [...] a garantizar la vida de las que acuden a lavar".
Cuando el tornado llega a las proximidades de Atocha, la estación resiste bien (al menos no se citan destrozos importantes) y también resistió muy bien el paso del tornado la sólida y sobria construcción del Hospital (hoy Museo Reina Sofía). De hecho, fue una de las instalaciones que recibió más heridos para su atención. Justo en la explanada que comparte con la calle Drumen, existía la Tienda-Asilo, que era de muy reciente inauguración. La figura 10 muestra el estado en que quedó. "Al desencadenarse había 150 personas dentro de la tercera Tienda-Asilo" (p. ej. El Estandarte del 13) de las que resultaron numerosos heridos, pero ninguna de las personas falleció. Meses más tarde, Sepúlveda (1887) modificó la misma imagen anterior para aumentar el dramatismo de la escena introduciendo figuras humanas que rescataban los heridos en la Tienda-Asilo que acababa de ser destruida. Aunque se dispusieron recursos para su reconstrucción, esta instalación no se reedificó. Es ésta una de las más llamativas consecuencias de modificación del urbanismo por el tornado.
Fig. 10. La Tienda Asilo existente en la plaza frente al Hospital vista por la Ilustración Española y Americana del 22 de mayo de 1886.
Los daños en el Jardín Botánico y en el Retiro fueron descritos con toda riqueza de detalles. Las estufas fueron gravemente afectadas y muchos árboles fueron arrancados o partidos. Colmeiro (1866) se lamentó de los destrozos y pidió ayudas a sus superiores para retirar los árboles caídos y restaurar el Jardín. Su solicitud tuvo un éxito parcial pues no recibió toda la financiación solicitada. Años más tarde, el mismo Colmeiro (1892) presentaba el estado del Botánico tras su intervención para reconstruirlo.
Algunos árboles de los que hoy pueden verse son testigos vivos del paso del tornado. Sin embargo, parece difícil saber qué parte de las inexistentes fue afectada por el aquel embate o por otras adversidades posteriores. El notable almez llamado pantalones (figura 13) bien pudiera deber su nombre a la forma que le dejó el tornado. Las propias pérgolas también retienen sus cicatrices pero, al igual que en el arbolado, no puede saberse cuáles son las que tiene su origen en mayo de 1886. Ya en el Parterre de El Retiro, el árbol más viejo de Madrid, el Ahuehuete (Taxodium micronatum) debió resistir, pues en los grabados de la época (figura 14) se insinúa su presencia sin daños importantes.
Fig. 13. El almez pantalones en la actualidad en El jardín Botánico.
Fig. 14. Vista del Parterre en el que se ve, al fondo, El Casón del Buen Retiro y el ahuehuete centenario (La Ilustración Española y Americana del 22 mayo 1886).
El Casón del Buen Retiro estaba en obras de transformación cuando el tornado pasó por encima. Los daños fueron cuantiosos (figuras 15 y 16) y las columnas que eran de una sola pieza fueron reconstruidas pasando a ser de tres cuerpos, tal como ahora pueden verse. Asimismo, el inmueble vecino estaba siendo levantado, por lo que la apariencia de sus grandes daños son debidos a la caída de andamios y parte de los muros que se erigían. En la misma figura 15 puede verse, al fondo, el Observatorio Astronómico donde se tomaban los datos meteorológicos.
Fig. 15. Grabado de La Ilustración Española y Americana del 22 de mayo de 1886 mostrando El Casón del Buen Retiro y la Iglesia de los Jerónimos. Al fondo el Observatorio Astronómico.
El tornado alcanzó la barriada de las Ventas, pasando por la plaza de toros neomudéjar (actualmente se halla el Palacio de Deportes de la Comunidad), pero los daños, siendo importantes, no alcanzaron los que acababa de producir en las barriadas del sur y sureste de Madrid.
La Junta de Socorros recaudó 70.016 pesetas para entregar a los damnificados por el tornado pero los gastos fueron mucho más cuantiosos. En la figura 1 se ha incluido las entregas que se realizaron, correspondiendo al primer número la cantidad que se percibieron por daños materiales y al segundo las correspondientes a las que se entregaron a las familias.
LA SITUACIÓN METEOROLÓGICA
A finales del siglo XIX la mayoría de los países europeos disponían de Servicios Meteorológicos y se realizaban observaciones en un número aceptable de estaciones, ubicadas fundamentalmente en las capitales y ciudades más importantes. Asimismo, el telégrafo era ya de uso muy corriente para la difusión de los boletines. Sin embargo, no todos los países publicaban mapas de la situación meteorológica. De hecho, el Observatorio Central de Madrid (del que hoy es heredera la AEMET) no publicó su primer mapa sino hasta 1893 (Palomares, 2004).
La figura 17 presenta la configuración vista por el Bureau Central Météorologique (Los mapas realizados por los Servicios Meteorológicos del Reino Unido, Alemania o Italia no alcanzan la Península Ibérica) para el día 12 de mayo. Sin embargo, extrañamente, no se tuvieron en cuenta otros datos disponibles para la misma fecha de otros tantos observatorios. Como curiosidad, el boletín incluye un Dépéche du New York Herald, bien es verdad que a titre de reseignement.
Fig. 17. Mapa de superficie publicado por el Bureau Central Météorologique (Cortesía del Met Office)
El resultado del análisis, considerando toda la información que se ha conservado para la fecha en los Servicios Meteorológicos de Portugal, Reino Unido y Francia, se puede ver en la figura 18 y en la que, conservando la configuración fundamental, se pueden apreciar otros detalles significativos. Las observaciones que presentaban una gran anomalía no se han tenido en cuenta.
Fig. 18. Mapa de superficie del día 12 de mayo de 1886 en el que se han considerado todos los observatorios disponibles.
Asimismo, la figura 19 muestra las trazas de los barógrafos de Madrid, Lisboa y San Fernando (Cádiz) que publicó el Instituto Central Meteorológico (1889). Es importante advertir que el mismo Observatorio se encontraba a escasa distancia del eje de la trayectoria del tornado.
Fig. 19. Barogramas de Madrid, Lisboa y San Fernando (nótese que las gráficas se desplazaron para mejor comparación del trazo). Arriba-derecha, superpuesta, la gráfica mostrada por Ventosa (porción).
Por otra parte, las oscilaciones del registro de Lisboa (especialmente) muestran la inconfundible presencia de ondas gravitatorias producto de la importante cizalla de la atmósfera, lo que la predispone a la inestabilidad (de Kelvin-Helmoltz), y a un entorno favorable a la formación de supercélulas. Es obvio que la formación de un mesociclón no puede asegurarse en el caso del 12 de mayo, pero sí que se dan algunas de las condiciones que lo favorecen, por ejemplo, la precipitación más importante y con granizo se da en el flanco izquierdo de la trayectoria (en las barriadas de la estación del Norte, etc.). El Imparcial del día 13 menciona: "[en Las Rozas y Pozuelo] descargó la nube con gran estrépito, cayendo granizos como los huevos de paloma".
Las predicciones meteorológicas se iniciaban en aquellos años, y por el Real Decreto de 18 agosto de 1887 se crea el Instituto Central Meteorológico que debería iniciar las tareas que permitieran una prognosis científica del tiempo (ver Palomares (2008)).
Sin embargo, las predicciones ya aparecían en la prensa desde hacía años. El Boletín Meteorológico, con predicciones a quince (!) días vista, lo editaba F. León Hermoso y en muchas ocasiones aparecían extractos en la prensa diaria, del mismo modo como también eran comunes las predicciones a medio y largo plazo del New-York Herald.
El palentino F. León Hermoso firmaba con el pseudónimo americanizado de Noherlesoom (nombre que contiene las mismas letras que sus apellidos) y se trataba de una persona que se presentaba como astrónomo y que había intentado infructuosamente acceder al Instituto Central Meteorológico. Como también lo hiciera con los ciclones del Caribe, el tornado del 12 de mayo de 1886 fue adivinado (como ciclón) por Noherlesoom, y así fue recordado cuando murió en julio de 1897.
El Director del Observatorio de Madrid, Miguel Merino (1832-1905), dijo de Noherlesoom, con evidente sarcasmo (ver p.ej. La Almudaina de 21 de marzo de 1888), que "no me consta que distinga, bien distinguidos, un barómetro de un termómetro, ni que en materia de profundos cálculos matemáticos alcance un puntito más de las cuatro primeras reglas, trabajosamente aprendidas por rutina. Lo cual no quiere decir que por arte diabólica no sea capaz de pronosticar lo humanamente impronosticable".
Dice así el diario La Almudaina de Palma (Mallorca): "Noherlesoom [...] con fecha 24 de Septiembre[de 1888] dirigió al Director del Observatorio de la Gran Antilla [Cuba] un telegrama [anunciando] en los términos siguientes: «Dos Octubre pasará un ciclón por el Sudeste»" en alusión al que sobrevino el día 5. También anunció, dice el Noticiero de Ciutadella de Menorca, el temporal de viento y mar que hundiera el buque de la armada "Reina Regente".
Del mismo modo, una vez que los acontecimientos hubieron sucedido, se buscó un predictor de tanta desgracia. Y, por ejemplo, el diario El Imparcial del 14 de junio hallaba una quasi diana en los lanzamientos del New York Herald [sic]: "Dia 14, Más templado. Nuevo cambio de tiempo. Los efectos del ciclón empezarán á sentirse en Madrid". O este más concreto de La Ilustración, Revista Hispano-Americana, que dice al día siguiente: "Este ciclón, que tales catástrofes ocasionó en los Estados-Unidos, es el mismo que en la capital de España produjo daños y desgracias de tanta consideración".
Pero lo cierto es que los ciclones anunciados por estos científicos dejaban mucho que desear y sólo se recordaban las casuales coincidencias que, como era muy habitual en la época y posteriores, presagiaban los males que redundaban en las seculares desgracias de la Patria.
LA VISIÓN CIENTÍFICA EN LA ÉPOCA
En uno de los pocos estudios científicos que se realizaron, el geólogo francés A. F. Nogués (1886) presenta un mapa de los destrozos que no se asemeja a la que se indica en la prensa. Por el contrario, con la idea de que estaba frente a un ciclón, propone una imagen estática de los destrozos que causaría un ciclón tropical. La figura 20A muestra la visión de Nogués y su recorrido a través de la periferia de Madrid. Curiosamente, en su índice, la revista La Nature presenta el caso como tornado similar a los de Estados Unidos pero el texto olvida esta terminología para adoptar la de ciclón. También dio el recorrido del ciclón a través de la Península (figura 20B).
Fig. 20. (A) Plano de Madrid con las zonas devastadas. (B) Recorrido del "ciclón" del 12 atravesando la Península Ibérica (gráficos según A. F. Nogués)
A. Arcimis (Augusto Arcimis Wehrle (1844-1910) fue el primer Director del Instituto Central Meteorológico (actual AEMET)), publicó una nota científica en La Ilustración Española y Americana que ampliaba la visión de los hechos y donde se presentaban unos excelentes grabados con los destrozos que causó el tornado. En la primera parte de su escrito critica los pronósticos del New York Herald y arremete, igualmente, contra la prensa crédula que les ofrece su atención y espacio público. Aunque en el título aparece la palabra tornado, más adelante la matiza diciendo que la palabra "ciclón, que desde luego no le conviene, pues ni aun el de tornado es con propiedad el suyo" para el que mantiene la acepción de la Real Academia de la Lengua. A pesar de ello, vuelve a su título original al advertir que algún colega (el Sr. Pujazón (Cecilio Pujazón (1833-1891) fue director del Observatorio de San Fernando (Cádiz).)) sí considera el remolino destructor como tornado.
En el texto, Arcimis considera que por Madrid pasaron dos tornados. Y lo argumenta con las direcciones de viento que se registraron en el Observatorio y el modelo de tornado ciclónico. Pero no tiene en cuenta que en la microescala los vientos dejan de ser geostróficos y, por tanto, el fuerte viento del supuesto primer tornado debió ser debido a un reventón convectivo o turbonada de más amplia extensión. De esta forma se explicaría mejor el fuerte descenso de la presión y el ulterior y rápido aumento. Dentro de esta descendencia del aire se hallaría inmerso el segundo y verdadero tornado. De hecho, se cita en la Nota del Observatorio (publicada también por la prensa general y reproducida en julio de 2007 en el artículo de la revista RAM: "¿Un tornado F3 en Madrid capital? El tornado asesino del 12 de mayo de 1886". Ver Bibliografía) que la presión "osciló de un modo violento durante el breve paso del huracán, en amplitud por dos veces, casi instantáneamente, de 3 á 4 milímetros". En la gráfica del barómetro que se presenta en la figura 19 (Instituto Central Meteorológico, 1889) no es apreciable esta oscilación que estaría enmascarada en un único trazo. Es importante advertir que, para remarcar el trazo de todos los barogramas, el autor realizó un realce que permitiera su reproducción, especialmente visible en la traza del observatorio de San Fernando.
Posteriormente, una segunda perturbación causaría la segunda fuerte caída de la presión pero, en esta ocasión, sin consecuencias conocidas.
Arcimis comenta un hecho que pudo existir pero que es dificilmente reconocible por los datos e información recogida: La presencia de microvórtices insertos en el tornado. De este modo, dice, "[...] se explicaría el cambio de lugar sufrido por algunos objetos pesados en espacios de seis á ocho metros, cayendo unos hacia un lado y otros hacia el opuesto".
Sin embargo, Vicente Ventosa (1886) realizó una aportación diferente en su artículo publicado para la ocasión. En su trabajo ofrece una visión científica que en muchos puntos coincide con la actual. Arremete, también, contra los profetas a posteriori que predicen sin ningún fundamento. Asimismo, describe el fenómeno y la distribución de los destrozos para concluir que el fenómeno que causó tanto daño fue un tornado.
Vicente Ventosa Martínez de Velasco (1837-1905) fue astrónomo y Director interino del Observatorio de Madrid. En meteorología elaboró un método para el cálculo del viento en altura mediante las observaciones de las distorsiones ópticas de los bordes de los astros y diseñó un anemómetro integrador.
En su trabajo aparece, además de la curva del barógrafo del Observatorio, el registro efectuado en alguna instalación próxima al hipódromo (actualmente la zona de Nuevos Ministerios). La curva presenta (figura 19 ángulo superior derecho) una forma similar a la anterior excepto en un descenso mucho más acusado que podría ser debido al paso del tornado. Sin embargo, la trayectoria del tornado no afectó al hipódromo y no se menciona ningún destacado contratiempo en la zona. Ventosa; al igual que otros, menciona la existencia de un segundo tornado que no se ha podido constatar.
Como quiera que algunos fallos en las estructuras no podían ser explicados sólo por el efecto del viento, surgieron comentarios puestos en boca de los arquitectos municipales, por los que se sugería el concurso de un terremoto. A pesar de que las notas del Observatorio y los ulteriores escritos lo negaran, la prensa se hace eco de este extremo. Así, por ejemplo, El Estandarte del 13 dice: "Sin embargo de esto, los arquitectos municipales afirman que en algunas casas se notan señales evidentes de haber existido la trepidacion". Y añade que "El haber ocurrido algo análogo á eso cuando los últimos terremotos de Andalucía, presta verosimilitud á la observación que se nos comunica."
La visión de la prensa (otra mirada) y el tornado años después
La práctica totalidad de la prensa de Madrid describió el tornado y sus trágicas consecuencias. También lo hizo la prensa del resto del país e incluso la internacional.
A finales del siglo XIX la prensa era muy numerosa y fuertemente ligada a intereses de grupo (en ocasiones, vinculada a unas pocas personas). Asimismo, los agentes de prensa eran escasos. Por ello, además de las notas gubernativas u oficiales, párrafos enteros son idénticos en un periódico y en otro.
Los periódicos, especialmente los monárquicos, resaltan de la Reina regente María Cristina el auxilio económico y afectivo que prodigó entre las víctimas cuando las visitó contrariando los consejos de ministros y médicos. El periódico La Época detalla el recorrido de la Reina por las zonas más sensibles. Y el Imparcial 14 lo recoge en su integridad [sic] "la excursión" que narra el colega pero modificando el tratamiento de "Nuestra bondadosa Soberana" original al de "la reina".
La prensa se hace eco de las desgracias en la misma forma que la propia sociedad experimenta la decadencia del Estado a lo largo del siglo XIX. Para el caso del tornado, como colofón de la crónica del día 13, el Imparcial dice: "La desgracia es inmensa, Madrid tiene nuevos dolores que llorar, nuevas desdichas que socorrer, nuevas desventuras que llaman á su corazón pidiendo amparo [...], todo el catálogo de las amarguras sociales para los que sólo hay remedio en el ejercicio de la caridad".
El tornado fue realmente importante y se mantuvo en la memoria colectiva de los madrileños por muchos años. Las referencias al tornado fueron poco a poco desapareciendo y, unos 40 o 50 años después, casi nadie menciona este fenómeno.
Las referencias periodísticas al tornado aparecen con intensidad en los primeros días. Pero ya en la primera semana, éstas focalizan su atención más en los gastos ocasionados y empiezan a aparecer anécdotas o, más tarde, viñetas cómicas y alusiones a los ciclones políticos. La ironía de Las Ocurrencias en julio se expresa así: "Diez mil pesetas nos han costado los desperfectos en los aparatos del alumbrado [...] hay que tener en cuenta que el ciclón era fusionista [...]" y se contesta desde La Iberia del 21 de julio "[...] pues si llega á ser conservador, no queda un farol sano en toda la villa y córte de Madrid."
El Estandarte del 5 de junio critica a los políticos al recoger la fiesta que "patrocinan [...] dos distinguidas damas [...] a beneficio de las víctimas del ciclón. Entiéndase, del ciclón, ciclón, no de las víctimas del ciclón político que atravesamos, porque no habría beneficio que bastase."
Fernanflor en La Ilustración Ibérica del 5 de junio refiere como [sic] "Madrid continúa visitando los sitios donde más estragos ha causado el ciclón, especialmente el Retiro y el Jardín Botánico. Ha olvidado ya los hombres y las mujeres que han muerto&... pero no puede olvidar los árboles caídos". Y El Imparcial de 27 de julio de 1887 se queja de "sin que hasta ahora se sepa por quién, ha sido vendida sin las formalidades de subasta [...] la leña procedente de los árboles que derribó en el parque de Madrid el ciclón [...]."
En el ámbito científico, salvo en los estudios preliminares de urgencia, el tornado despareció pronto. A. Wegener (1917) no incluyó este evento entre los considerados en su obra sobre los tornados europeos. Probablemente, porque no supiera de la existencia de un tornado y sí de un ciclón. También porque la ciencia oficial hablaba alemán o francés, como en la actualidad se expresa fundamentalmente en inglés. Curiosamente, en castellano, la Agenda del tiempo de la AEMET todavía hoy nombra la efeméride como "huracán".
Benito Pérez-Galdós lo cita en su obra costumbrista Misericordia en la que dos personajes de la novela recuerdan [sic] "te presté los mil reales, y te salvé de ir a la cárcel... ¿No te acuerdas? Fue el año y el día del ciclón, que arrancó los árboles del Botánico...". Pérez-Galdós publicó esta obra once años después del tornado, en 1897. Misericordia es una novela que narra las desventuras de las clases más desfavorecidas de Madrid. Curiosamente, cita los destrozos que el tornado produjo en el Jardín Botánico y omite el drama de los muertos y heridos, especialmente entre los de extracción humilde. Esto es, suaviza la memoria del desastre y la retiene como una anécdota.
Como suele ser habitual en la "exportación e importación" de información, las modificaciones pueden ser incluso fantasiosas. Tal es el ejemplo que de la noticia de un evento que sucediera en Valencia, y que el comentarista de La Iberia del 7 octubre del mismo año asegura [sic] "La gente recordó en seguida el ciclón de Madrid y se echo a temblar". No parece probable que esta genérica gente valenciana se encontrara en Madrid en mayo y rememorara el tornado con una nueva tormenta que se les venía encima en Valencia.
Casi treinta años después, La Ilustración Española y Americana del 8 de febrero de 1916 inserta una nota del Círculo Mercantil que menciona, entre otras aportaciones, la que hizo esta entidad a los damnificados por el tornado.
Y todavía en 1929, El Imparcial del 22 de enero, recuerda las acciones del alcalde Bosh y Fustegueras que "neutralizó con sus iniciativas los enormes destrozos que en el arbolado de la ciudad causó el ciclón".
Suele ser muy común, para remarcar la rareza de un acontecimiento, oir o leer frases del estilo de "no recuerdan en Madrid los nacidos tormenta como la de ayer" (así iniciaba la crónica La Época el día 13). Muchas veces porque, efectivamente, la rareza es tanta que nadie puede recordarlo porque nunca existió en los últimos 80 años. En el caso de los tornados, la posibilidad de sufrir uno en carne propia es realmente baja. Pero también lo es que nos toque el primer premio de la lotería. En este supuesto, el juego se reinicializa cada semana y queda abierta de nuevo la posibilidad de éxito. En el caso de un tornado, el suceso puede acontecer en un lugar tan distante que sólo la importación de noticias nos hace jugar de nuevo pero con una percepción de riesgo disminuida. El caso de las inundaciones es también un suceso raro, pero no tanto. Y, además, las cuencas inundables son secularemente reconocidas (y olvidadas anualmente). Las zonas inundables son mucho más extensas que las afectadas por un tornado y se ubican en los cauces de los ríos, lugares habitualmente ocupados por el hombre, y las aguas permanecen durante días. En cambio, los tornados no tienen una zona de aterrizaje tan definida y son, además, muy efímeros.
En los sucesos catastróficos, la memoria se refuerza con la reiteración de eventos de similar trascendencia. A pesar de lo cual, como dice Páez et al. (2001), con notable dificultad se trasmite la memoria a más de tres generaciones.
OTRAS EFEMÉRIDES
Para ubicar el tornado en el tiempo, y tener una referencia de la lejanía temporal del suceso, propongo recordar también que en mayo de 1886 tuvieron lugar, entre muchísimos más, estos acontecimientos:
1 Hubo una ola de manifestaciones obreras en Estados Unidos que tuvo un fatal desenlace con la masacre de obreros que hoy se recuerda con la fiesta del 1 de mayo.
BIBLIOGRAFÍA
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AGRADECIMIENTOS
A las hemerotecas de la Biblioteca Nacional, de la Comunidad de Madrid, y de Palma de Mallorca, en cuyas instalaciones, o en sus servicios de Internet, fue consultada la mayor parte de la prensa. A los archivos del Senado, del CSIC en el Jardín Botánico y de la Real Academia de la Historia. Al Met. Office del Reino Unido y al Instituto de Meteorología de Portugal, por facilitar el acceso a la información meteorológica. A mis hijos y a mis amigos de Madrid que soportaron estoicamente mi entusiasmo por este caso.
Miquel Gayà |
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